Entrada destacada

CONFERENCIA 30 OCTUBRE

viernes, 22 de abril de 2016

hoja Parroquial número 99



 PARROQUIA DE CRISTO REY-
Hoja Parroquial  99
     Semana del 24 de abril al 1 de mayo  de 2016


DIOS LO SABE TODO
La misericordia de Dios no es otra cosa que la especial relación que Él mismo establece con sus criaturas, es la característica que define la esencia de la relación de Dios con el hombre. Para empezar, tal relación es personalísima, de tú a tú, basada en el conocimiento total y absoluto. Nos conoce y nos trata como individuos irrepetibles. Dios sabe de nuestras alegrías y nuestras tristezas, de nuestros fracasos y de nuestros éxitos, de nuestra salud y nuestra enfermedad, de nuestros deseos y nuestras realidades, de nuestra paz y nuestras guerras, de nuestras mentiras y nuestras verdades… Dios sabe todo de nosotros, y porque lo sabe todo, nos trata con comprensión.
Para Dios todos somos igualmente hijos, seamos justos o pecadores, aunque hayamos dilapidado la herencia recibida, aunque nos quedemos en casa. Dios no hace distinciones. Para Él no hay escalones, ni podios, ni alturas diferentes. Nos reconoce iguales, nos trata como iguales. Y como iguales nos quiere, como iguales nos ama y nos perdona.
Dios me conoce en todo, sabe quién soy realmente, Dios me trata con comprensión y como igual, sin discriminación ninguna, Dios me ama y me perdona: tanta es su Misericordia. Tanta, que encima se me quedó en un Sagrario para siempre con este mensaje: “Yo estoy con vosotros todos los días hasta el final del mundo.”
 
Confiar en las personas
José Manuel era un buen profesional que ganaba mucho dinero en una multinacional. Tan bien le iban las cosas que frecuentaba todas las fiestas. Sin darse cuenta, ya estaba inmerso en el cenagal de las drogas y la bebida. Cuando quiso reaccionar era demasiado tarde: perdió el trabajo y a sus amigos. Se quedó solo. Además, como detonante, su padre murió en un accidente traumático. Entonces se hundió del todo.
Durante tres años, no levantó cabeza y aumentó exponencialmente el consumo de drogas y alcohol. Probó a salir de este mundo por medio de varias instituciones, pero volvía a recaer. Un día se acercó por casualidad a la parroquia. La paz del templo le removió y decidió reconciliarse con Dios. Llevaba 20 años sin confesarse. Al terminar, le pedí un favor. Le presté mi coche y mucho dinero para un encargo de la catequesis. Se quedó asombrado de que confiara tanto en él, dado que todavía no le conocía bien. Al terminar la tarea, se ofreció para ayudar en más cosas. Le había impresionado que confiaran en él, ya que estaba acostumbrado a desconfianzas permanentes.
Desde entonces se encargó de diversas tareas en el voluntariado de la parroquia. Los que le ayudaban a salir de la droga iban apreciando una sorprendente mejoría. Al cabo de unos meses le dieron el alta. Ahora sigue colaborando, da testimonio de su cambio de vida y ha comenzado el Camino Neocatecumenal de nuestra parroquia. Hace una semana ha encontrado un trabajo más estable y está feliz. Al ofrecer su testimonio, me impresiona cuando recuerda que el día que le di las llaves de mi coche para hacer un encargo parroquial, su vida cambió. La confianza edifica y renueva a las personas.


Por qué ayudar a Ucrania
El próximo domingo todas las comunidades católicas en Europa han sido invitadas por el Papa a sumarse a una colecta extraordinaria en favor de Ucrania. De esta forma Francisco activa una dinámica de unidad sencilla pero muy eficaz. La iniciativa lanzada por el Papa para socorrer a las víctimas de la guerra en el confín oriental de Europa responde al ideal proclamado por san Juan Pablo II en su célebre discurso en Compostela, hace 33 años: una Europa unida, desde el Atlántico a los Urales.
Si cada día nos topamos amargamente con los límites de la construcción europea, este gesto capilar y sencillo, como aquella temprana colecta organizada por san Pablo para ayudar a la comunidad de Jerusalén, tiene el valor de realizar concretamente una solidaridad europea sin fronteras, y además nos educa en la dirección más necesaria. En lugar de permanecer prisioneros de una queja estéril, la obediencia consciente de millones de católicos a este reclamo nos permitirá hacernos protagonistas de la construcción que han impulsado sin descanso todos los Papas desde hace medio siglo.
En varias ocasiones Francisco ha rendido homenaje a fe heroica de generaciones de ucranianos, ortodoxos, latinos y greco-católicos. Especialmente sacrificado ha sido el testimonio de estos últimos, que han sufrido tremendamente por su fidelidad al Sucesor de Pedro. La fe viva de este pueblo ha permitido atravesar la devastación del comunismo, y es esa misma fe la que mueve hoy a los mejores a construir una convivencia libre de autoritarismo y corrupción. Pero la guerra en las regiones orientales del país ha causado miles de muertos y ha provocado el desplazamiento de más de millón y medio de personas. Además, ha generado una profunda fractura y desconfianza entre comunidades que comparten la misma raíz de la fe. El Papa es consciente de este drama y siente la responsabilidad de tejer la reconciliación y la unidad. La colecta del próximo domingo responde también a esta inquietud de Francisco, cuyo impacto geopolítico no podemos prever, pero tampoco despreciar.
Los católicos españoles tenemos una facilidad añadida para sumarnos a este empeño. De hecho miles de ucranianos trabajan y viven entre nosotros, aquí celebran su fe y educan a sus hijos. Y nos traen la riqueza de ese pulmón oriental sin el que no se podría comprender Europa. La Iglesia sufre en su cuerpo y el Papa nos llama a actuar: no lo echemos en saco roto.






Cosas que llevamos en la mochila
«El odio te mata, te destruye. El odio es del mal, no te deja vivir. Es como una carga que se va alimentando cada día más. Cada vez tu mochila pesa más y cada día tu vida se hace más triste. Con odio no se puede ser feliz», reconoce uno de los protagonistas de este libro, que sabe lo que es odiar a una persona durante décadas. Lo expresa bien el subtítulo: Siete casos reales en los que se ha dado el perdón. Sí, porque el perdón se da, es un regalo. Si no, es imposible, por más que uno se empeñe en perdonar. No se puede conquistar; Dios lo regala a quien lo pide y lo quiere recibir.
Estas siete historias de perdón apuntan en varias direcciones –hay quien no puede perdonar a su padre, o al marido que le fue infiel, o a la persona que le estafó…, y también está el que no puede perdonarse a sí mismo por ayudar a una novia de juventud a abortar–, pero todas tienen el mismo objetivo final: Cristo. «Es Cristo el único que te dará el perdón total», dice sor Leticia, la maestra de novicias de las dominicas de Lerma, las mismas que distribuyen cada día el Reto del amor vía Whatsapp.
«No se puede alcanzar el perdón por las propias fuerzas», dice uno de los testimonios. Por eso todos acaban recomendando: «vete a una iglesia, busca a Cristo, Él te dará la paz».
Prologado por el arzobispo de Burgos, monseñor Fidel Herráez, el libro incluye un CD con siete canciones para orar y buscar el perdón.

 LA VIDA CON MAYUSCULAS
El valor de toda vida humana es incalculable, desde el preciso instante desde la ciencia y la razón. Sin embargo el ser humano es frágil en su inicio, está a la merced del poder de los más fuertes y está expuesto a la disponibilidad de la libertad individual. El aborto se ha infiltrado en la sociedad como algo moderno, ignorando que  no hay nada más retrógrado que no reconocer la vida. Las sociedades se van depravando, acomodando la moral al servicio de cultura en la que impera el subjetivismo. Se desprotege al feto, porque quizás por no tener ni voz ni voto no es de interés político.






EL DECÁLOGO HOY
Gran parte de la humanidad ha olvidado la ley suprema grabada en el corazón de todo ser humano: el Decálogo. En cualquier rincón de la tierra, cualquier persona sabe que blasfemar, matar, mentir, robar, ultrajar el propio cuerpo o el ajeno son actos malos. ¿Por qué entonces tanto crimen, abuso y corrupción?
Ser inteligente y libre no es hacer lo que me dé la gana, si no conseguir que me dé la gana hacer lo que la moral me indica que debo hacer en cada momento. Es lo que han hecho los santos: personas normales convencidas del poder de la oración que nos proporciona la gracia.
«La relación con el enfermo es totalmente sanadora»
Elisa Sánchez, hermana hospitalaria
Es viernes por la tarde. Hablo con Elisa, malagueña de 43 años, en el centro asistencial que tiene su congregación en Ciempozuelos (Madrid). Aquí está la casa madre de la orden fundada por san Benito Menni, María Josefa Recio y María Angustias Giménez. Elisa profesó como religiosa hospitalaria hace 17 años, mientras estudiaba Medicina. Es médico geriatra

¿Cómo nace vuestra congregación?
Nuestros fundadores sintieron la experiencia de la misericordia desde la figura de Jesús Buen Samaritano. Esa experiencia de sanación –Jesús, que pasó por el mundo haciendo el bien y curando a los enfermos– es desde donde partimos.

¿Cuál es vuestro carisma?
Es el ejercicio de la caridad hospitalaria y, en concreto, mediante el servicio al enfermo mental. Nuestro carisma es muy específico en ese sentido, aunque siempre hemos ido dando respuesta a distintas realidades y necesidades.

Benito Menni, un hermano de San Juan de Dios, os funda en 1881.
Él vino a España a restaurar la Orden Hospitalaria y, al no encontrar una congregación femenina que diese respuesta a las enfermas mentales, nos fundó.

Llevas 17 años de religiosa.
Sí, profesé en 1999, justo el año de la canonización de nuestro padre.

Así que un día dijiste: «Yo quiero ser hospitalaria».
No, no [ríe]. Lo mío fue peleao.
Yo no me veía… Vengo de una familia católica, mis padres nos educaron en la fe, pero cuando llegamos a la adolescencia… Lo típico, pasas un poco, te vas alejando… Conocí, por uno de mis hermanos, un grupo de catecumenado de los Misioneros de la Consolata…

Para prepararte para la Confirmación…
Sí, la Confirmación con este grupo fue el comienzo de mi vocación. Recuerdo perfectamente el día. Yo siento que, en ese momento, recibí una gracia del Espíritu. Lo siento así, de apertura total. Fue una invitación, una llamada a abrirme.

¿Estabas en la universidad ya?
Estudiaba 2º de Medicina, y las hospitalarias de Málaga nos pidieron a un grupo de jóvenes hacer un voluntariado. Y allí fui yo.
Fue por mediación de los enfermos. Yo, desde pequeña, quería ser médico, quería curar a los demás. Y conocí a una hermana que me pareció una persona normal [ríe]. Me costó un año de crisis gorda, me costó bastante el tercer año de carrera, fue muy difícil hacer la conversión interior para saber qué es lo que realmente me pedía Dios, hasta que al final me decidí.

¿Cómo ves en los enfermos a Dios?
Mira, es verdad esto de que el enfermo me evangeliza. A mí no es que me evangelicen, es que me han cambiado la vida, y me han ayudado a ser más persona. A mí me ayuda decir que todos estamos enfermos; también yo tengo mis heridas, y no me refiero a enfermedades, pero sí a otro tipo de heridas que también están ahí.

Y en el trato con ellos…
Cada día me pregunto, y así vivo mi vocación, qué es lo que Dios quiere de mí, a través de las personas que pone en mi camino, y ahí esta el enfermo, pero también mis hermanas y los trabajadores. Hay muchas cosas que ocurren en el día a día y te preguntas qué me pide Dios en cada momento.

La vida en un hospital, ¡menudo ajetreo!
Un riesgo es la dispersión, pues tienes muchos problemas, muchos frentes, y tienes que ser capaz de serenarte y dar esa respuesta de caridad donde Dios te está enviando.

Estar con enfermos con discapacidad muy profunda, ¿no desgasta?
Te lo digo sinceramente: si me pudiese quedar solo con los enfermos sería muy feliz, porque la relación con el enfermo es totalmente sanadora. A mí me evangelizan ellos, su modo de vivir la fe… Yo recibo más de lo que doy.

¿Qué les aportáis vosotras como congregación?
Esta es su casa. Así lo viven, les aportamos la caridad hospitalaria, se sienten queridos, amados… Es el plus que tenemos. Una enferma que ha fallecido hoy aquí estaba en un hospital y decía: «Tengo ganas de irme a casa», y su casa era esta. Para muchos, para los que no cuentan, como dice el Papa Francisco, esta es su casa. Aquí se sienten acogidos y queridos.

















VERDADERA MENTE, TÚ ERES EL HIJO DE DIOS
Si yo hubiese estado presente
En el funesto momento de la muerte de Cristo,
¿qué habría comprendido de este drama fatal?

¿Habría entendido algo del supremo contraste
Y de la paz suprema Que allá se consumaban?

Contraste entre la dulzura de tu ser,
Oh Señor,
y la aspereza del dolor que te infligían,
oh pacífico doliente;
entre la falsa justicia y tu inocencia,
oh víctima pacífica;
entre la muerte y la vida, oh pacífico victorioso.

Que comprenderlo todo:
la violencia de la hora marcada en los siglos,
la fortuna inefable que de allí deriva;
la desolación inconmensurable
del mundo que tiembla y se oscurece,
y el coloquio ininterrumpido de tu espíritu
que pasa al Padre;
la experiencia más evidente y dolorosa
de nuestra ruina en la tuya,
la incipiente esperanza de nuestra salvación en la tuya.
Y decir, con humildad:
Verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios:
Ten piedad de mí.





AGENDA DE LA SEMANA
Esta semana rezaremos por los enfermos y cuántos sufren.

El próximo domingo en la Eucaristía de las 12h , celebraremos la PASCUA DEL ENFERMO.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si lo deseas puedes enviarnos tus comentarios y o sugerencias.

Datos personales

Vistas de página en el último mes