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CONFERENCIA 30 OCTUBRE

sábado, 28 de mayo de 2016

HOJA PARROQUIAL 104

PARROQUIA DE CRISTO REY-
Hoja Parroquial nº 104
Semana del 28 de mayo al 4 de junio de 2016


http://parroquiacristoreygandia.blogspot.com.es
La compañía orante
Esta semana ha habido una oleada fuerte de madres pidiendo oraciones por sus hijos. Premonición de la fiesta de santa Rita, la santa de la reconciliación y la paz para sus hijos, su esposo, su pueblo; o de la vida contemplativa como intercesora constante; o del amor surgido en la fuente de los Tres, Padre, Hijo y Espíritu, de la que tiene tanta sed el hombre.
No han cesado de contarnos: algunos hijos metidos en drogas; otros, con depresión y trastornos muy incapacitantes; otros con crisis de identidad, de personalidad, a punto de romperse; separaciones matrimoniales, enfermedades… Todos necesitados de una ayuda profesional, concreta e inminente, una ayuda siempre del cielo.
Han acudido barruntando que la vida religiosa, la contemplativa y la que tiene algún trabajo apostólico no solo entiende algo de Dios, sino también del alma humana. Y por eso vienen a pedir consejos, a presentarnos a sus heridos o a sus muertos, y, sobre todo, a pedirnos oraciones, que les acompañemos en la oración como signo de confianza en Dios y también de confianza en el hombre que ora. Porque hay una oración que urge ser acompañada. Somos la compañía de oración de un mundo que ora y no quiere orar solo, que cree en el poder de la oración y de una oración comunitaria.
Por eso, cada día desgranamos los nombres de todos los hijos y de todas las madres y padres… Nacho, Aida, Jesús, Miriam, Santiago, José, Marta, Fabi, Montse, Nuria, Mariví, Mayte… Eso es orar: una misericordia que se teje primero en las entrañas, dentro, en lo escondido, y desde ahí salta hacia fuera prodigándose en miles de gestos, de acciones varias, de múltiples entregas. Cuántas obras son el fruto de la oración escondida de muchos en la Iglesia. Por eso la Iglesia vuelve los ojos a estas vidas que acompañan al hombre con su constante oración.

Corpus social
Nos acercamos al Corpus, día de la Adoración eucaristía, día del compromiso eucarístico con los más necesitados.
La Misa no termina nunca con el «podéis ir en paz». La Misa se prolonga en la vida cotidiana, en los muchos compromisos de la vida del cristiano quien, unido a Jesús-Eucaristía, reincorporado a la comunión de la Iglesia a través de la comunión eucarística, es llamado a la misión de «generar a Jesús» en el mundo. Porque si el pan y el vino se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo es para que la vida de Cristo transforme la realidad de este mundo. Para ello Él cuenta con la libertad del cristiano realizada en el amor al prójimo, llamado a convertirse en amor mutuo, correspondido, porque, como dice el beato Balduino, «el amor de la comunión se convierte en la comunión de amor».
El testimonio de la Iglesia comprometida con los pobres no consiste solo en mostrarnos el drama de la pobreza en el mundo, desenmascarar a los poderosos que con sus políticas económicas impiden el desarrollo del Tercer Mundo, descubrirnos los submundos de la marginación del primer mundo, o darnos la oportunidad de hacer algo concreto por los demás.
Porque los pobres no son solo los pobres. Los pobres son la humanidad entera en su clamor de dignidad, amor, verdad, y comunión. No están en juego solo sus vidas. Están en juego las nuestras, nuestro ser personas, nuestro presente y nuestro futuro, hasta nuestra eternidad. Decía Bernanos que «los pobres salvarán al mundo. Y lo salvarán sin querer. Lo salvarán a pesar de ellos mismos. No pedirán nada a cambio, sencillamente porque no saben el precio del servicio que nos prestan».
Decía Don Giussani que «Cristo es mendigo del corazón del hombre, y el corazón del hombre, mendigo de Cristo». En el Corpus tantos nos arrodillaremos ante Jesús-Eucaristía, porque Él dijo: «Esto es mi cuerpo», no «esto es como si fuera mi cuerpo».
Ojalá nos postrásemos con la misma fe y fervor ante el mismo Cristo que también nos dijo, refiriéndose a los hambrientos, sedientos, enfermos, desnudos, y encarcelados, «lo que hagáis a uno de estos a mí me lo hacéis». Y no: «es como si lo hicierais conmigo».
De las Obras de santo Tomás de Aquino, presbítero
(Opúsculo 57, En la fiesta del Cuerpo de Cristo, lect. 1-4)

¡OH BANQUETE PRECIOSO Y ADMIRABLE!

El Hijo único de Dios, queriendo hacernos partícipes de su divinidad, tomó nuestra naturaleza, a fin de que, hecho hombre, divinizase a los hombres.

Pero, a fin de que guardásemos por siempre jamás en nosotros la memoria de tan gran beneficio, dejó a los fieles, bajo la apariencia de pan y de vino, su cuerpo, para que fuese nuestro alimento, y su sangre, para que fuese nuestra bebida.

¡Oh banquete precioso y admirable, banquete saludable y lleno de toda suavidad! ¿Qué puede haber, en efecto, de más precioso que este banquete en el cual no se nos ofrece, para comer, la carne de becerros o de machos cabríos, como se hacía antiguamente, bajo la ley, sino al mismo Cristo, verdadero Dios?

No hay ningún sacramento más saludable que éste, pues por él se borran los pecados, se aumentan las virtudes y se nutre el alma con la abundancia de todos los dones espirituales.

Se ofrece, en la Iglesia, por los vivos y por los difuntos, para que a todos aproveche, ya que ha sido establecido para la salvación de todos.

Finalmente, nadie es capaz de expresar la suavidad de este sacramento, en el cual gustamos la suavidad espiritual en su misma fuente y celebramos la memoria del inmenso y sublime amor que Cristo mostró en su pasión.

Por eso, para que la inmensidad de este amor se imprimiese más profundamente en el corazón de los fieles, en la última cena, cuando después de celebrar la Pascua con sus discípulos iba a pasar de este mundo al Padre, Cristo instituyó este sacramento como el memorial perenne de su pasión, como el cumplimiento de las antiguas figuras y la más maravillosa de sus obras; y lo dejó a los suyos como singular consuelo en las tristezas de su ausencia.



Quédate, Señor, con nosotros
Tu Eucaristía es fuente de VIDA
Tu Eucaristía es fuente de LUZ
Tu Eucaristía es fuente de SALVACION
Quédate, Señor, con nosotros
Sin ella nuestra fe se debilita
Sin ella nos perdemos en el ruido
Sin ella la esperanza decae
Sin ella nos alejamos de tu Palabra
Quédate, Señor, con nosotros
Queremos ser custodias para llevarte
Queremos ser custodias para pregonarte
Queremos ser custodias para anunciarte
Queremos ser custodias para nunca perderte
Quédate, Señor con nosotros
Ayúdanos a ser mejores
Ayúdanos a venerar tu presencia
Ayúdanos a no olvidar tus caminos
Ayúdanos a servirte con corazón sincero
Quédate, Señor, con nosotros


EL MANZANO DE LA PLAZA
“En el pueblo existía un enorme manzano alegrando la plaza. Un niño vivía cerca de él y en cuanto salía a la calle, se acercaba al gran manzano para jugar alrededor. Y tanto quería a su árbol que al fin se hicieron amigos.
Pero cuando el niño creció dejó de jugar alrededor del enorme manzano.
Un día que volvió a pasar a su lado, se acercó a él y escuchó como el manzano le decía triste: ¡Ya no vienes a jugar conmigo!… pero el niño contestó: ya ves he crecido y ahora necesito dinero para poder comprar lo que necesito.
“El manzano le dijo: mira yo no tengo dinero… pero puedo regalarte todas mis manzanas para que las vendas, así obtendrás dinero para comprar lo que necesitas. El muchacho se sintió muy contento. Tomó todas las manzanas y obtuvo el dinero necesario, mientras el manzano volvía a estar dichoso.
Pero después de obtener el dinero, se volvió a olvidar de él.
El tiempo siguió pasando y, de nuevo un día volvió a pasar por donde estaba el gran manzano. Al verlo, el manzano se sintió feliz y le preguntó: ¿Por qué no vienes alguna vez a verme, me sentiría muy alegre si lo hicieras?… “no tengo tiempo, debo de trabajar para mi familia, necesito una casa para compartirla con mi esposa y mis hijos… Quizá puedas ayudarme… Lo siento dijo el manzano, no tengo una casa para ti, pero… puedes cortar mis ramas y construirla tú mismo.
El joven cortó todas las ramas del gran manzano, el cual se sintió nuevamente feliz, pero el joven volvió a marcharse, aunque nunca para no volver…
Cierto día de un cálido verano, el hombre regresó y el manzano estaba encantado. ¿Vienes a jugar conmigo?… volvió a preguntarle.
El hombre contestó: estoy triste y volviéndome viejo, quiero un bote para navegar y descansar pero no creo que tú puedas dármelo… el manzano le dijo, nuevamente: usa mi tronco para que puedas construirlo, así puedas navegar y ser feliz.
El hombre cortó el tronco y construyó su bote, luego se fue a navegar por un largo tiempo.
Finalmente, después de mucho tiempo, regresó de nuevo y se sentó debajo de su amigo el manzano. El manzano le dijo, lo siento mucho, pero ya no tengo nada que darte, ni siquiera manzanas… el hombre replicó: No tengo dientes para morder; ni fuerza para escalar… ya ves que, ahora ya estoy viejo.
Entonces el manzano con lágrimas en sus ojos le dijo: “realmente no puedo darte nada, la única cosa que me queda son mis raíces muertas”. Y el hombre contestó… – yo no necesito mucho, ahora sólo necesito un lugar para descansar, estoy tan cansado después de tantos años. Pero creo que las viejas raíces de un manzano, son el mejor lugar para recostarse. El manzano mirándole con dulzura, le dijo: ven siéntate conmigo y descansa. El hombre se acurrucó junto al manzano y éste alegre y contento sonrió largamente”

AGENDA DE LA SEMANA
ESTA SEMANA REZAMOS POR LOS SACERDOTES QUE HAN EJERCIDO EL MINISTERIO EN LA PARROQUIA, VIVOS Y DIFUNTOS, LOS HIJOS DE LA PARROQUIA, LOS SEMINARISTAS Y LAS VOCACIONES A LA VIDA SACERDOTAL.
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De rodillas, Señor ante el sagrario,
que guarda cuanto queda de amor y de unidad.
Venimos con las flores de un deseo,
para que nos las cambies en frutos de verdad.
Cristo en todas las almas, y en el mundo la paz.
Cristo en todas las almas, y en el mundo la paz.

Como ciervos sedientos que van hacia la fuente,
vamos hacia tu encuentro, sabiendo que vendrás;
porque el que la busca es porque ya en la frente
lleva un beso de paz, lleva un beso de paz.

Como estás, mi Señor, en la custodia
igual que la palmera que alegra el arenal,
queremos que en el centro de la vida
reine sobre las cosas tu ardiente caridad.

Cristo en todas las almas, y en el mundo la paz.
Cristo en todas las almas, y en el mundo la paz.
Amén

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