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CONFERENCIA 30 OCTUBRE

domingo, 14 de febrero de 2016

HOJA PARROQUIAL Nº90



PARROQUIA DE CRISTO REY-
Hoja Parroquial  90
    Semana del 13 al 19 de febrero de 2016

CUARESMA, PERDÓN Y MISERICORDIA

¿Cómo muestra su potencia, la humanidad?
Somos capaces de grandes inversiones en tecnología, de ampliar nuestros conocimientos en todos los campos, en especial la medicina. Pero lo que más sale en los noticiarios es cómo mostramos nuestra potencia a través de la violencia. Fabricación de armas, guerras, acciones terroristas, daños al medio ambiente, tráfico de personas, esclavitud, expolio de recursos y materias primas, violencia contra los que huyen de la violencia, despidos y destrucción de puestos de trabajo, negación de ayuda a los necesitados, acoso y marginación del diferente (porque es diferente, o porque no piensa lo mismo que nosotros, o tan solo porque molesta), violencia de género, corrupciones varias… un vistazo al periódico, y tendremos la lista al día. La barbarie de que son capaces quienes se creen por encima de los demás.
Y Dios, ¿cómo actúa? Jesucristo es el rostro del Dios que nos sale al encuentro en el corazón de nuestra historia. Para la humanidad, siempre será aquél presente, próximo, providente, santo y misericordioso. Dios manifiesta su poder sobre todo con la misericordia y el perdón. Lo decimos en una oración colecta muy antigua, la del domingo 26 del tiempo ordinario. Esta misericordia es el criterio para saber quiénes son realmente los hijos de Dios_ porque la hemos recibido de él, debemos dar misericordia. Dejar caer el rencor, la rabia, la violencia y la venganza es necesario para ser felices. Y es tarea de muchas cuaresmas.
 

SECCION MATRIMONIO Y  FAMILIA
EL PAPA FRANCISCO A LA ROTA ROMANA: NO CONFUNDIR "LA FAMILIA QUERIDA POR DIOS" CON "CUALQUIER OTRO TIPO DE UNIÓN"
«No puede haber confusión entre la familia querida por Dios y cualquier otro tipo de unión». Lo dijo el Papa Francisco el viernes, 22 de enero en la Sala Clementina del Vaticano con motivo de la inauguración del año judicial del Tribunal de la Rota Romana.
Según esto el Santo Padre indicó que la misión de todo cristiano, incluyendo el Papa y los obispo en primer lugar es  «mostrar el amor misericordioso de Dios por las familias, en particular a las heridas por el pecado y por las pruebas de la vida, y, al mismo tiempo, proclamar la irrenunciable verdad del matrimonio según el designio de Dios»
«Si la familia –continuó el Papa – fundada en el matrimonio indisoluble, unitivo y procreativo, pertenece al ‘sueño’ de Dios y de su Iglesia para la salvación de la humanidad", familia e Iglesia “a diferentes niveles, contribuyen a acompañar al ser humano hacia el final de su existencia. Y lo hacen ciertamente con las enseñanzas que transmiten, pero también gracias a su propia naturaleza de comunidad de amor y de vida. De hecho, si la familia se puede llamar 'iglesia doméstica', a la Iglesia se le aplica correctamente el título de familia de Dios».
A la luz de todo esto, continuó, «la Iglesia sigue proponiendo el matrimonio, en sus elementos esenciales – hijos, bien de los cónyuges, unidad, indisolubilidad, sacramentalidad – no como un ideal para pocos, a pesar de los modernos modelos centrados en lo efímero y lo transitorio, sino como una realidad que, en la gracia de Cristo, puede ser vivida – concluyó- por todos los fieles bautizados. Y por ello, con mayor razón, la urgencia pastoral, que abraza todas las estructuras de la Iglesia, impulsa a converger hacia un intento común ordenado a la preparación adecuada al matrimonio, en una especie de nuevo catecumenado —subrayo esto: en una especie de nuevo catecumenado— tan deseado por algunos Padres Sinodales»



NO PERDONO A DIOS
 Las madres conocéis bien el proceso doloroso de la separación de vuestros hijos en las diversas etapas de su vida. El parto os produce un desgarro muy vivo, pero os alegra abrazar al recién nacido. Cuando se independiza y se os va de casa teméis perderlo, pero entendéis que avanza como persona adulta en la vida. Su muerte implica una ruptura definitiva del cordón umbilical imposible de asimilar, mas sois llamadas a confiarlo al dador de toda vida.
En una sala del tanatorio acompaño a la madre (el padre, muy enfermo, no pudo estar presente), en la despedida de su único hijo, de 26 años, al que encontró muerto en su casa después de tres días de extrañar su silencio. Hacía un año que se había independizado. La madre gritaba: «No puedo con este dolor. ¿Por qué Dios ha consentido esto?».
Ante este desamparo le hago presente el abrazo de Dios que ha salido al encuentro de su hijo, y está en la tarea de rehacerle para la vida junto a Él y junto a la abuela que le cobijó tantas veces en su infancia.
A la tentación de echar las culpas a Dios recordamos el mensaje del libro de la Sabiduría: «Dios no ha hecho la muerte; Él lo creó todo para que subsistiera, es amigo de la vida».
La muerte nos viene de nuestra condición humana. Nos creemos poderosos, omnipotentes, pero somos endebles criaturas que con el paso del tiempo, la enfermedad, el accidente, nos venimos abajo. El aliento de Dios es como una transfusión vital que rehace para siempre.
A la madre, como a la Virgen María, le toca estar junto a la cruz en la que desfallece su hijo. Ahora revives tú esa escena; te agarras al cuerpo inerte de tu hijo, quisieras despertarle como has hecho tantas veces con tu pequeño. Mamá, invoca a María, como lo has hecho tantas veces, para que le acoja en sus brazos y se lo entregue a su Hijo Jesús que le resucite para la vida.
En el corazón de tu pequeño ponemos esta súplica: «Aquí estoy, oh Padre, con los brazos abiertos para tus creadores besos. Al atardecer, despido el día y espero, con el alba, el eco de mi nombre en tus labios que me despierte definitivamente»






EL SUERO DEL ALMA
Pocas cosas provocan tanto sufrimiento y angustia como ver a un hijo padecer una enfermedad grave. El resto de problemas pasa a un segundo plano, casi pierden su importancia. El corazón del hombre no alcanza a comprender por qué esas criaturas tan inocentes tienen que pasar por algo así.
Por su estatura no debe de tener más de 4 o 5 años. Está enfermo, algo grave porque viene en camilla directamente desde el hospital. Está atado, para no caerse durante su traslado por el empedrado de San Pedro, adonde le han llevado sus padres para venerar las reliquias del padre Pío. Lo han arropado con mantas y abrigado bien con un gorro y una capucha encima. El frío puede complicar su estado de salud, pero es un riesgo que sus padres asumen porque lo que buscan es algo que no da la medicina.
El Papa se ha detenido con ellos, sin duda conmovido por el dolor que padece el pequeño.
Ha impuesto su mano sobre la cara del niño, tapando los rayos del sol, pero pidiendo para él rayos de Gracia al Señor. Francisco reza, cierra los ojos y frunce el ceño con ternura, un gesto que demuestra que ruega con fuerza. El bullicio no le distrae. Están solos él, el niño y Dios. Ni se percata del padre, acompañando en la oración con sus manos entrelazadas, sonriente y sin quitar la vista de su hijo. Los flashes tampoco le molestan. El fotógrafo encorbatado captura el momento para que nosotros ahora podamos mirarlo. Pero más importante es la foto que hace la madre con su móvil. Ese será un recuerdo imborrable. Contemplarán la imagen y recordarán los sentimientos de este día, la fuerza que han recibido, la paz que han encontrado.
«A veces se reza para estar bien como si se tomara una aspirina, pero la oración es otra cosa», dijo Francisco en la audiencia anterior. Bien lo sabe esa familia que sufre y que se apoya en la oración. El pequeño recibe la medicina por vena, no pueden retirársela, pero en el palo que sujeta la bolsa médica hay más. Un rosario de plástico, una cruz de madera y una medalla de trapo con la Virgen María y el padre Pío. Es el suero del alma, que tampoco pueden retirar, porque los sostiene, los consuela y les invita a esperar –con la sonrisa del padre– la misericordia de Dios.

La Cuaresma del Año de la Misericordia

La misericordia de Dios transforma el corazón de las personas, nos hace experimentar un amor fiel, y lo hace capaz de misericordia. Las obras de la misericordia corporales y espirituales nos recuerdan que nuestra fe ha de traducirse en gestos concretos y cotidianos, orientados a ayudar a nuestro prójimo en el cuerpo y en el espíritu. Así también nosotros encontraremos alegría: ¡Dichosos los misericordiosos!
+ Fidel Herráez
Arzobispo de Burgos

No se augura nada bueno en el campo político y en el concierto, más bien desconcierto, de las naciones. Sin embargo, se nos llama a arreglar, o mejor dejarnos arreglar la propia casa. La Cuaresma debe ser para nosotros un poner en cuestión, a la luz de la Iglesia, nuestra propia vida. Sacar faltas a los demás es lo fácil y en eso solemos ser expertos. Pero ver la conversión que necesito para cambiar de vida y pedirle a Dios que ponga su corazón en mis propias miserias se nos antoja ya más complicado.
+ Antonio Algora
Obispo de Ciudad Real

Si somos veraces reconoceremos que hemos rechazado el amor y la vida de Dios con nuestros pecados.
Si somos humildes reconoceremos que estamos necesitados de su perdón y reconciliación.
Dios nos espera y nos acoge en el sacramento de la Confesión
para perdonar y olvidar nuestros pecados. Dios cura nuestras heridas, Dios sana las huellas negativas que los pecados dejan en nosotros. La misericordia transforma nuestros corazones para poder ser misericordiosos como el Padre.
+ Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón

Durante esta Cuaresma hemos de procurar dedicar tiempo a la meditación constante y profunda de la Palabra de Dios; a la participación consciente en la celebración de la Eucaristía, actualización del sacrificio redentor de Cristo; y del sacramento de la Penitencia, momento de experimentar que la misericordia de Dios es más fuerte que el pecado y que la muerte; así como también a la práctica de las obras de caridad, comunitarias e individuales.
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Tarras

Hambre en el mundo
Según la FAO, todavía hay 800 millones de personas en el mundo que están pasando hambre. Increíble pero cierto. De unos años para acá, la alimentación y la agricultura se han mercantilizado de una forma agresiva y convertido en un negocio cuyo único fin es hacer dinero.
Según datos de Naciones Unidas, se producen alimentos para 12.000 millones de personas, pero sin embargo una de cada ocho pasa hambre. El drama no es la falta de alimentos, sino el acceso a ellos. ¿Por qué no avanzamos lo suficiente en la
lucha contra el hambre y la pobreza?
¿Por qué las estructuras políticas, productivas y comerciales son incapaces de proveer de alimentos a toda la población mundial? Sabemos que hay comida suficiente, pero falta la voluntad política de conseguir que llegue a todos. Me hago eco de aquella frase del Papa Francisco a la FAO: «La desigualdad genera injusticia y violencia». Dios quiera que el corazón de los seres humanos se transformen en valores de gracias a favor de los mas necesitados



MODERNAS TENTACIONES
Tentación del indiferentismo: me da lo mismo. Todo vale.
Tentación de la moda: Está de moda. Se lleva. Para ser como todos.
Tentación del conformismo: Nos resignamos. Nos acomodamos. Tiramos.
Tentación del consumismo: Placer de consumir, de tener, de dominar con el dinero. Todo es comprable: cosas y personas.
Usar y tirar. Nada es absoluto y para siempre. Todo es caduco.
Tentación del agnosticismo: ¿Dónde está Dios? ¿Para que sirve Dios?
Tentación del desencanto: ¿Para qué luchar, emprender algo nuevo? Nada merece la pena. No se consigue nada. Vamos a vivir tirando sin más complicaciones… Nos sentamos en la cuneta y vemos pasar la historia.
Tu abrazo de perdón
Tú, Señor, no tuerces el derecho ni perviertes la justicia. En Ti, todo es bueno y saludable. Tú eres mi libertador y mi fortaleza, mi único bien.
Tu amor es el espejo donde mirarme desde el alba hasta el ocaso: un amor hecho pedazos, de dulzuras y efectivos encuentros, de moradas encieladas, y de ternuras infinitas que se deshacen como miel azucarada en mis labios de pecado.






EN TIEMPO DE DESCONCIERTO, ENSANCHAR EL CORAZÓN

El mundo que vivimos nos va encogiendo poco a poco el corazón con las “miserables ofertas” que el “diablo” de nuestra sociedad y nuestra cultura nos presenta; consumo, dinero, poder, prestigio, nos presenta.
Son tantas las ofertas, tantas las encrucijadas, que miramos a uno y otro lado ávidamente en busca del auténtico camino de la felicidad. Y el corazón se nos encoge en estrecheces de miras. Estamos desconcertados y vacíos. El corazón se no queda hueco entre unas y otras andanzas.
Dios nos invita a abrir de par en par “la tienda de la misericordia”, Jesús nos marca un nuevo camino que despeja nuestras perplejidades y nos ensancha el corazón: 1) “No sólo de pan vive el hombre”; 2) “Al Señor tu Dios adorarás y a él solo darás culto”; 3)”No tentarás al Señor, tu Dios” (Lc. 4, 1-13). Es una nueva sabiduría que nos libera de la ignorancia. Misericordia y conversión son las dos caras de una misma moneda.


NO SOLO DE PAN VIVE EL HOMBRE
QUE TENGA HAMBRE, SEÑOR
De tu presencia, antes que del vacío
al que me empuja el endiablado mundo en el que viv.
De tu rostro, que es fuente de vida y de salvación.
De tus manos, que bendicen, perdonan y multiplican.
De tus ojos, que miran con amo.r
De tu corazón, que ama como nadie sabe amar
QUE TENGA HAMBRE, SEÑOR
Del pan, al que Tú me invitaras en Jueves Santo.
Del vino, que Tú ofrecerás en la mesa de tu sacrificio.
Del servicio que Tú pondras como distintivo.
De aquellos que decimos ser tus amigos.
QUE TENGA HAMBRE, SEÑOR
De no olvidar al que sufre y ser vitamina en su debilidad.
De ser pan que se parte y reparte con el hambriento.
De ser vaso transparente y fresca para el sediento.
De ser puerta abierta para el que busca cobijo.
De ser sastre que ofrezca tela para el desnudo.
De ser llave que abra al que se encuentra preso en cárceles
sin rejas aparentes pero con esclavitudes dolientes.
De dar descanso y un lugar oportuno
al que, cerrando los ojos al mundo
Ha de ser guargado en la memoria del sentido cristiano.
Amén.
Esta semana rezaremos por las religiosas de la parroquia y por la vocaciones a la vida consagrada.

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