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CONFERENCIA 30 OCTUBRE

sábado, 30 de enero de 2016

HOJA PARROQUIAL Nº 88






¡EL FUTURO DE LA HUMANIDAD SE FRAGUA EN LA FAMILIA!
Esta es la frase célebre que San Juan Pablo II incluyó en los últimos párrafos de la Exhortación apostólica Familiaris Consortio el 22 de noviembre de 1981 y que son de esas sentencia que bien podríamos atribuir a cualquier gran filósofo, si bien es cierto, que Karol Wojtyła es uno de los grandes pensadores del siglo XX, además de Papa de la Iglesia Católica durante casi 27 años, tiempo en el cual, pudo dejar su legado a través de 14 encíclicas, 15 exhortaciones apostólicas, innumerables cartas, discursos, homilías y audiencias, un legado centrado en la familia y el matrimonio desde una visión profundamente personalista y como no, arraigada en la tradición de la iglesia y orientada a los desafíos del hombre del tercer milenio. Es por ello que se le conoce popularmente como “EL PAPA DE LA FAMILIA”. Y es que éste fue su empeño, poner la familia en el centro de todas las miradas, para descubrirnos la belleza del designio de Dios sobre ésta. 


 
Es por lo tanto, su figura, un referente para la pastoral familiar. Siendo sus documentos objeto de estudio e investigación, tanto por el mundo académico como por laicos al servicio de esta pastoral. Muchos son los frutos de su pontificado, entre los que destaca, la creación del  Pontificio Instituto Pontificio Instituto para estudios sobre el Matrimonio y la Familia (www.jp2madrid.org) que lleva su mismo nombre, con la misión de profundizar en el conocimiento de la verdad del matrimonio y la familia. Este ha sido una realidad “hecha carne” de lo que el mismo el mismo Papa pedía a todo el pueblo de Dios en la Familiaris Consortio «es indispensable y urgente que todo hombre de buena voluntad se esfuerce por salvar y promover los valores y exigencias de la familia».
El Santo Padre transmite una consigna clara y exigente: DEBEMOS AMAR A LA FAMILIA. Pero podemos preguntarnos ¿qué significa amar a la familia? En primer lugar significa «estimar sus valores y posibilidades, promoviéndolos siempre.» Amar a la familia es tratar particularmente cada peligro y  cada mal que la amenazan, para poder superarlos. «Amar a la familia significa esforzarse por crear un ambiente que favorezca su desarrollo» esto es, crear espacios de formación y encuentro, donde cada miembro sea acogido en su realidad personal y familiar, para conducirlo hacia la verdad revelada en Cristo del designio de Dios sobre el matrimonio y la familia. 

Por último el “papa de las familia” nos enseña que debemos «dar a la familia cristiana de hoy, con frecuencia tentada por el desánimo y angustiada por las dificultades crecientes, razones de confianza en sí misma, en las propias riquezas de naturaleza y gracia, en la misión que Dios le ha confiado: Es necesario que las familias de nuestro tiempo vuelvan a remontarse más alto. Es necesario que sigan a Cristo»



 La mejor herramienta del Diablo.
Cierta vez, se corrió la voz de que el diablo se retiraba de los negocios y que vendía sus herramientas al mejor postor. En la noche de la venta estaban todas las herramientas en forma de que llamaran la atención, y por cierto que eran un lote siniestro: odio, celos, envidia, malicia, sensualidad, engaños, además de todos los otros implementos del mal. Aparte del lote había un instrumento de forma inofensiva, muy gastado, cuyo precio era más alto que el de todos los otros.
Alguien pregunto al diablo como se llamaba el instrumento.
-" Desaliento" fue la respuesta.
- Porque su precio es tan alto? le preguntaron.
-" Porque-replico el diablo-, ese instrumento me es mas útil que cualquier otro; puedo entrar en la conciencia de un ser humano con este instrumento cuando los demás me fallan, y una vez dentro, por medio del desaliento, puedo hacer con esa persona lo que se me antoje. Esta muy gastado porque lo uso con casi todo el mundo, y como muy pocas personas saben que me pertenece lo puedo usar continuamente para lograr mis propósitos". Pero el precio para desaliento era tan alto que aun sigue siendo propiedad del diablo.
El desaliento es uno de los estados de ánimo contra el cual es indispensable fortalecerse, ya que nos desalentamos muy a menudo. Nos desalentamos con nuestro trabajo, nuestra familia, la necesidad de cambio, los grupos, los compañeros, cuando las cosas no nos salen como queremos. Estas cosas terminan por llenarnos de tristeza frustrando nuestras vidas y nuestros sueños, ciegan nuestros ojos a la misericordia de Dios y hace que veamos las circunstancias desfavorables. El desaliento es lo opuesto a la fe.
La respuesta para combatir el desaliento esta tan cerca como tu Biblia. Cristo es la fuente de vida, el remedio para las preocupaciones, el que sana las heridas, el bálsamo para el dolor y la suficiencia para nuestra insuficiencia. Cristo es la fuente de la alegría y la felicidad y la respuesta a la tristeza y el desaliento. 



LOS JOVENES TIENEN MIEDO DE DECIRLO
Conocías a las salesianas antes de entrar en la Congregación.
Sí. Dos hermanos de mi abuela eran salesianos, y yo era alumna de las salesianas de Salamanca.
Y colaborabas en actividades de pastoral.
Estaba en el centro juvenil y participaba en el Proyecto Valponasca, donde se daba apoyo escolar a los niños que lo necesitaban.
¿Cómo decides ser salesiana?
Sentía que Dios me llamaba a algo más. Una salesiana me dijo que la vocación es cosa de Dios, y a mí eso me ayudó a crecer en la mía.
Hija de María Auxiliadora...
Así nos quería Don Bosco, un monumento vivo a la Virgen. Ser personas que auxilian, que están siempre atentas al otro.
...Salesiana.
Pertenecemos a una gran familia, somos muchos grupos que seguimos a Don Bosco con un estilo propio. Nosotras vivimos una misión educadora y evangelizadora, trabajamos por los jóvenes y por los más necesitados.
Dime alguna característica más.
Espíritu de familia, de acogida, de cercanía, de amabilidad, y con sed de Dios, que sin eso... Una salesiana vive en comunidad enviada a una misión.
Con el estilo de Don Bosco.
Claro. Hay dos frases de él que me gustan especialmente: «Con vosotros me siento a gusto» y «he prometido al Señor que hasta mi último aliento será para mis jóvenes».
¿Tuvieron algo que ver los jóvenes en tu vocación?
Mucho, porque sin ellos no tendría sentido. Y menos en el carisma salesiano. Siempre me digo que si estoy aquí y Dios me llama a esta vocación, sin ellos no haría nada, no tendría sentido mi vida.
¿Cómo te dicen ellos que tienes que ser salesiana?
Quieren que seamos más sencillas, más abiertas a lo que ellos están experimentando; tienen sed de Dios.
¿Los jóvenes hoy buscan a Dios?
Sí. Tienen miedo de decirlo, o al menos así lo experimento en las personas que voy acompañando. Sienten ese miedo de expresarlo pero sí, sienten esa necesidad de hacer encuentros personales con Dios.
Dicen algunos que esta juventud está perdida.
¡No está perdida! Tenemos que tener más esperanza. Nosotros hemos tenido dudas, ellos también las tienen, y por eso necesitan más que nunca de nosotros. Pero tal vez no estemos ahí.
¿Cómo evangelizarles?
Dando testimonio de un Jesús vivo, de un Jesús que está con nosotros. Que en nuestras acciones vean a Jesús.
¿Es importante escuchar a los jóvenes?
Sí, hay que acompañarlos. Acompañar para mí es escuchar; una escucha atenta, activa. El joven se siente querido y amado, y siente que hay una confianza. Así se acerca más a ti; y se desvela, se da a conocer.
Oración y misión unidas, ¿complicado?
Es difícil; a mí me ayudó mucho permanecer en la oración y, desde ahí, saber que Él te envía a una misión.
¿En medio del bullicio del patio también se puede rezar?
A mí me encanta. En el patio es donde se aplica la asistencia salesiana, estamos llamadas a eso, es donde tú conoces al chico. Cuando estoy entre ellos jugando al balón y hay algún problema, levanto la mirada, como hacía madre Mazzarello, y te preguntas: «Señor, ¿qué hago?». Es una oración pequeña. O doy gracias. Son oraciones cortas que te van uniendo en esa oración continua.
Me decías que en tu vocación, buscabas algo más. ¿Lo has encontrado?
Sí, sí. Lo he descubierto estando con las salesianas, siendo animadora de grupos de fe, que así empecé, y en los encuentros, las pascuas juveniles... ahí he descubierto que Dios quería algo más de mi vida. Yo buscaba, pero al final el que me buscaba realmente era Él


MENSAJE DEL PAPA PARA LA CUARESMA: LA FE SE TRADUCE EN GESTOS CONCRETOS.

En su mensaje para la próxima Cuaresma, publicado el martes, 26 de enero, el Papa asegura que la Iglesia históricamente anima a los fieles a cumplir las llamadas «obras de misericordia» porque solo a través de los actos concretos y cotidianos se puede traducir la fe.
Misericordia quiero y no sacrificio. Las obras de misericordia en el camino jubilares el título del texto, que se centra en las acciones destinadas a ayudar al prójimo en el cuerpo y en el espíritu: nutrirlo, visitarlo, consolarlo y educarlo. «Nunca hay que separar las obras corporales de las espirituales», dice el mensaje. «Precisamente tocando en el mísero la carne de Jesús crucificado el pecador podrá recibir como don la conciencia de que él mismo es un pobre mendigo».
El Pontífice afirma que, durante el Año Santo, el llamamiento a recuperar estas obras «será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina».


Además, el Papa Francisco recuerda en su mensaje que en Cuaresma enviará por todo el mundo a los llamados Misioneros de la Misericordia –sacerdotes que podrán absolver de pecados graves como el aborto, reservados al obispo–, «a fin de que sean para todos un signo concreto de la cercanía y del perdón de Dios». También subraya el Papa que, con su decisión de volver a convocar la iniciativa 24 horas para el Señor el próximo 4 de marzo, ha querido «hacer hincapié en la primacía de la escucha orante de la Palabra»



La misericordia, también para los ricos


La misericordia de Dios, por y en Jesús, supera nuestro entendimiento. Por ello no alcanzamos a comprender, ni la inmensidad, ni la extensión y tampoco los destinatarios de su infinita Misericordia. Jesús nos ama a todos, no tiene acepción de personas y de manera especial ama a los pecadores. Se acerca a ellos y son objeto de su atención.
Va persistentemente en su busca e intenta devolverles la humanidad y dignidad perdida, por su dureza de corazón, su soberbia o por nuestra autosuficiencia.
Entre los pecadores (y lo somos todos) se hallan los muy ricos y poderosos (a los ojos del mundo) y Jesús los ve también como «pobres espirituales». Aún cargados de poder, dinero, fama y dominio, sobre cosas y personas, son y seguirán siendo sus preferidos. ¡Sí, sus preferidos! La infinita misericordia de Dios se extiende también hacia ellos, tal como hizo con el rico de su tiempo, aquel publicano llamado Zaqueo.
No es una opción, es un compromiso ineludible, que requiere y precisa de una específica línea de acción misionera para su conversión. Pues tal vez estas personas sin saberlo están causando un grave daño, por la dirección que dan a sus bienes especulativos. La misericordia de Dios, no lo dudemos, es también para los muy ricos, pues forman parte del plan misericordioso de Dios, si logramos con su ayuda rescatarlos y convertirlos en instrumentos capaces de extender su misericordia.
 












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